Este proyecto culminó un estudio de largo plazo sobre dinámica poblacional y apoyó un estudio de ecología alimenticia del lobo marino de los Islotes, B.C.S. Se completó una base de registros de 190 animales marcados entre 1980 y 1984, que fueron seguidos sistemáticamente con el fin de medir su supervivencia . De manera complementaria se realizó un estudio sobre los patrones de buceo (con registradores de tiempo y profundidad) y sobre los hábitos complementarios (mediante la recuperación de otolitos y picos de calamar en las excretas) durante el periodo reproductivo de 1996. Se determinaron las curvas de supervivencia de los 12 a los 16 años, según la generación, encontrándose entre otros aspectos los siguientes: 1) Los machos presentan una mayor mortalidad desde el primer año de vida, pero ésta se acentúa significativamente a partir de la madurez sexual (cinco años), provocando que cuando los machos alcanzan la madurez física (diez años), la proporción sexual sea alrededor de 1:2.09 machos-hembras. 2) Las hembras adultas pasan entre el sexto y el décimo año de edad por un periodo de mortalidad casi cero. 3) De manera global, la supervivencia estimada al año 12 fue similar para las generaciones 1980,1982 y 1983, muy baja para la de 1981 y muy alta para la nacida en 1984. Los eventos El Niño de 1982-83, 1987-88 y 1992-93, no tuvieron efecto aparente en la supervivencia de las distintas generaciones. El estudio del patrón de buceo indicó que las hembras reproductoras realizaron buceos de alimentación con una duración promedio de 2.5 minutos, una duración máxima de 15 minutos, una profundidad promedio de 40 metros y una máxima de 164 m. La mayoría de los buceos (89%) estuvieron por debajo del tiempo denominado, límite de buceo aerobio, es decir, fueron fisiológicamente poco costosos. Las especies más importantes en la alimentación del lobo marino en el verano de 1996 fueron cuatro; el charrito (Porichthys notatus), el ojotón (Selar crumenophtalmus), y las lobinas de profundidad (Pronotogramus eos y P. multifasciatus), que juntas significaron el 97% de las presas. Simultáneamente realizamos un estudio conductual en hembras reproductoras para identificar entre distintas variables conductoras, aquellas que pudieran predecir mejor el crecimiento óptimo de sus crías. La duración de los viajes de alimentación (el tiempo que están fuera de la lobera) parece ser el mejor indicador de la condición corporal de los críos, donde a menor duración del viaje, mejor condición corporal de los mismos. Las hembras con cría que regresan rápido de sus viajes de alimentación, parecen alimentarse más eficientemente, pudiendo destinar más tiempo a cuidar y amamantar a sus críos.